Edinburgh

Pues sí, va a ser que sí que es bonito Edimburgo.

Allí nos plantamos Isabel, Virginia, Jamie y yo y, a pesar de la lluvia, que nos acosó un rato, pateamos para arriba y para abajo por los adoquines de la ciudad. Aprendimos nuevas expresiones en inglés (de lo más útiles) gracias a Jamie y él aprendió a decir "chocho viejo", que no es poco.

Comimos humus, falafel y curry tailandés. Bebimso snakebite. Nos tomamos un café estupendo (cosa dífcil de hallar por estas tierras) y vimos a la oveja Dolly disecada. Escupimos en un corazón de piedra, nos subimos a un cañón y casi muero de vértigo intentado bajar de un monumento al que nos encaramamos para hacernos una foto. Salimos de fiesta el domingo y al día siguiente nos colamos bajo tierra para que nos contasen un montón de cuentos de fantasmas por el módico precio de 7 pounds (brr!). Nos cagó una gaviota y ya decidimos que era hora de marchar, y ásí fue. De vuelta en Glasgow me encuentro.